El paso del tiempo siempre deja
un poso, hay algo que se asienta, que sucede, en la distancia y en el silencio.
Nos cuentan nuestros amigos Bantúes que el alma no puede viajar tan rápido cómo
los cuerpos en esos pájaros de hierro construidos por los grandes brujos
caucásicos de occidente. Es por eso que cuando uno llega se siente cansado,
fatigado, perdido. Su alma todavía no ha llegado, su camino es otro, incluye la
pausa, el respiro, el silencio.
Y yo no me he movido del mismo
sitio desde dónde os despedí, pero de algún modo también durante estos días,
diez puedo contar ya, he dejado que mi alma me alcance, después de un sin fin
de misiones que comenzaron en enero, y que culminaron en el maravilloso viaje
que pude realizar a vuestro lado. Calculo que más o menos hoy también deben de
estar llegando vuestras almas hasta vuestras chozas de cemento, en el corazón
de la tribu blanca.
Espero e imagino que lleguen
conmovidas. Un poetilla gallego, de esos que apenas escriben y prefieren viajar
por la propia poesía del mundo, vino a decir que Un Viaje es cómo la Poesía,
cómo el Amor. Si no te derrota, si no espanta tu alma, si no sacude tus
cimientos ni te acerca a tus más temidos fantasmas, si no te transforma de
forma definitiva ni te acerca a algo que podríamos reconocer cómo Nosotros
mismos, entonces no es un Amor, no es una Poesía, no es un Viaje. Y entonces ni
siquiera saldríamos de casa.
Espero entonces que vuestras
almas ahora a punto de tocar a vuestra puerta lleguen "alquimizadas"
e inundadas de sueños. Sueños que sobre todo nos sirven para seguir soñando.
esto no se acaba aquí, un verdadero viaje nunca termina, sólo toca en los
puertos para contar las hazañas, las innumerables batallas, para hablar de
Lestrígones y Cíclopes, de Troyas perdidas, de las bestias que nos acompañan en
nuestras acampadas, de entradas en tierras desconocidas y de nombres que
provocan el espanto en los hombres que no conocen los mundos más allá de los
puertos, nombres cómo Kidepo, o cómo Sudán, nombres cómo Bwindi, el Gran Bosque
Impenetrable, o cómo Bunyoni, el lago de los Kiga. Podemos entonces retozar
hasta el amanecer en brazos de la mujer hermosa que hemos seducido rememorando
nuestros días en el Crater de Ruigo, mientras le contamos al oído que en una
cabaña de madera perdida en un paraíso en el corazón de África podríamos tocar
la luna juntos, con una orquesta de ranas de guía hacia las cumbres del eros, y
dónde sólo el canto mágico de un ruiseñor nos traería de vuelta de los sueños
que envuelvan nuestra pasión. Y hablar de las aves maravillosas que nuestros
ojos han podido acariciar, aquel martín malaquita, o los burlescos abejarucos
carmín, que nos despistaron de las enormes bestias de dientes de marfil, y
dónde sólo el agudo instinto de nuestro compinche de correrías, Julio, pudo
ponernos a salvo de una muerte segura. Ufanos, nos paseamos por los bares del
puerto mencionando los animales y bestias que hemos visto, animales apenas
creíbles para la mayoría de humanos, animales que recuerdan a los sueños de la
infancia, o a los cuentos que nos narraban en noches dónde ya no llegaría el
sueño. Sí, hemos estado con los gorilas de montaña, los eternos budas de los
bosques, y hemos visto en una garganta profunda que raja la tierra a un animal
que nos recordó demasiado a nosotros. Y águilas tan poderosas que pueden cazar
inmensos antílopes. E iremos a la plaza, dónde el gentío nos escuchará atento,
cómo la serpiente a su encantador, y contaremos nuestras noches con los
indómitos karamoja, una tribu de guerreros nilóticos que todavía sobrevive en
su lucha contra el tiempo. Y sabemos que apenas podrán creer nuestras
historias, y sabemos que por grande que sea nuestro arte con la palabra apenas
podremos ser capaces de transmitir lo que vimos, lo que sentimos. En alguna
noche de borrachera por los bajos fondos del puerto seremos capaces de maldecir
en alto y asustar a todo el mundo diciendo, sí, hemos pasado por la tierra de
los acholi, hemos atravesado las tierras del brujo del Nilo, el temible Joseph
Kony. y hemos visto cómo matan lentamente uno a uno a los más viejos habitantes
de este planeta, los incansables caminantes de los bosques, cuyo único pecado
ha sido ser felices y no creer en ese mundo de plástico consumible. Para,
después de lanzar nuestra ira contra el mundo, volver a hablar de las
maravillas de los coloridos mercados en la frontera del Congo, o de las
fantásticas visiones del Gran Río, aquel por dónde subió la historia de la
Humanidad, qué todavía reverberan en nuestros ojos, cómo un sueño que se niega
a morir. O arrancar alguna risa para decir, sí, los elefantes también bromean y
se ponen pelucas de hierbas a nuestro paso.
Y entonces sabemos que no queda
lugar para la nostalgia. Ya hemos contado nuestras historias, ya hemos
desvalijado amores, ya hemos dilapidado el tesoro. Ítaca ya no tiene más que
ofrecernos. Llega el momento de ponerse de nuevo el parche en el ojo, de buscar
a la nueva tripulación de locos corsarios, de reencontrarse con algunos viejos
lobos de mar, de esperar los vientos, y de salir de nuevo en busca de la fuente
de los sueños.
Así, este grumete aprendiz de
vientos se despide de vosotros por en cuanto, mis capitanes. Con el recuerdo
imborrable de nuestras aventuras,
"Las Huellas de los que
Caminaron Juntos Nunca se Borran"(No dejéis de contadle al mundo, lo que habéis vivido, sentido, es la mejor manera para poder tripular nuevas naves en busca de otros mundos, más lejanos, más cerca del corazón de los sueños)
Manu López.
Águila Marcial. |
Que bonitas fotos (por cierto espectaculares). Si se tratara de enumerarlas, mencionaría esa maravillosa hoguera, el vuelo de los pájaros, leones aparentemente tranauquilos, esos cielos indescriptibles, etc. y sobre todo ese maravilloso escrito de tu amigo Manu.
ResponderEliminarFelicidades y gracias por permitirnos compratir tus expetiencias.
Precioso y conmovedor texto y unas fotos impresionantes y envidiables, como siempre. Un fuerte abrazo.
ResponderEliminarYa estábamos echando de menos tus reportajes.
ResponderEliminarHasta los animales parecen felices de que los fotografíes.
Abrazos
Ernesto
Un texto precioso que motiva para seguir viajando y disfrutando de esos destinos soñados. De las fotos que te voy a decir......como siempre llenas de momentos especiales.
ResponderEliminarUn besote
Preciosos momentos, instantanneos que muestras en algunas de tus fotos. Felicidades Jesús de N.
ResponderEliminarGracias a todos por vuestros comentarios.
ResponderEliminarSabéis que sin vosotros este blog carecería de valor, es un honor contar con tan grandes espectadores.
Un abrazo grande.