lunes, 2 de julio de 2012

NAMIBIA: LOS HIMBA

Es una etnia semi-sedentaria que vive en varios asentamientos en el norte de Namibia, en Kaokoland , cerca del cauce del río Kunene, en la frontera con Angola.




En la cultura Himba la imagen y el aspecto físico son, después del ganado, lo más importante en sus vidas y no poseen otro arte plástico que el que crean sobre su propio cuerpo. El adorno más valioso es el Ohumba, una concha de mar que consiguen por intercambio con las vecinas tribus de Damaraland. Su peinado no sólo tiene una función estética, realzando las líneas alargadas de la cabeza, sino que además sirve para expresar la posición social. Pero lo que realmente hace diferente a las Himbas del resto de las tribus del sur de África es el color rojizo de su piel. Este proviene de una crema que las mujeres se dan con frecuencia y que obtienen machacando unas piedras con un componente férrico. El fino polvo de ocre se mezcla con manteca de vaca y de esta mezcla se obtiene una espesa crema rojiza que no solo cumple una función estética, también constituye una eficaz protección hidratante contra las radiaciones solares y las picaduras de los insectos. Embadurnarse de crema es su aseo diario, de hecho las mujeres sólo se bañan en el río una vez en su vida, el día antes de su boda.
Antes de entrar en Kaokoland, paramos en Opuwo para reponer provisiones. Entre cajeras uniformadas y carteles con las ofertas del día, una mujer Himba hacía su compra. Iba descalza, con los pechos al aire y su piel teñida de rojo. Vestía una especie de falda formada por gruesas tiras  de cuero, su cabello estaba cubierto de barro, sus muñecas y tobillos adornados con grandes brazaletes metálicos, de su cuello colgaba una concha marina y en la espalda cargaba con un bebé sujeto a su cuerpo con tiras de cuero. Era una mujer de otro mundo y de otro tiempo transportada al siglo XX.

 Era el verano del 2001, desde entonces muchas cosas han cambiado. El programa “Perdidos en la tribu” se encargó de enseñarnos su vida diaria (en mi opinión, de una forma estúpida) El turismo cada vez es más frecuente. El alcoholismo aumenta en los hombres Himba…


































domingo, 24 de junio de 2012

TANZANIA: LOS HADZA

Pueblo nómada de Tanzania que no cultivan la tierra ni crían ganado, viven sin reglas ni calendarios, no miden el tiempo. Llevan una existencia de cazadores-recolectores que apenas ha cambiado en 10.000 año.
Los hadza hablan en su lengua nativa, el hadzane. Suena suave y melodioso durante un par de frases, pero de repente se torna discordante y contundente, con frecuentes chasquidos linguales y ruidos con la garganta. No está estrechamente relacionado con ningún otro idioma vivo: es una lengua aislada.
  Ir de caza con ellos es un reto. Con el arco y las flechas en la mano, sin carcaj colgado a la espalda, corren como gacelas por la sabana, por la llanura y entre las punzantes acacias es difícil seguirlos, siguen el rastro de una gacela que han herido el día anterior, de vez en cuando hacen una parada y encienden fuego para dar unas caladas a una pipa cargada de una hierba, y de nuevo inician la carrara.
Regresan al campamento cargando la pieza medio descuartizada. Las mujeres asan la carne sobre piedras calentadas en el fuego y el resto de la caza la cuelgan de los árboles, bajo ellos hacen hogueras para ahumarla. Cuando el lugar dónde están se hace más inhóspito, se trasladan a otra zona.